jueves, 27 de octubre de 2022

¿Cómo la llama de cariño?

A mi padre, mi luz y mi sonrisa. 

Gracias al universo por 

haberlo recibido, abrazado 

y hacer que ahora sea mi ángel.

Gracias papá porque te siento 

cerca de mi cada día. 

Me enseñaste a enfrentar 

el miedo, luchar con ganas 

por mis sueños y nunca juzgar. 

   


Mi padre fue mi abuelo, el nos crío en conjunto con mi madre, ella trabajaba por los cuatro, es su hija menor divorciada. Papá siempre fue un hombre diferente, era un ser avanzado en pensamiento para su edad y para la época en la que había vivido, manejaba un humor ácido característico y nos llamaba de una manera muy particular.  Él nació en el año 1925, pero nunca le ponían su edad correcta, siempre se veía 20 años más joven y no estoy exagerando, su alma noble, alegre y libre lo hacía verse siempre rebosante. Había nacido en Asia un pequeño pueblo de Cañete provincia de la ciudad de Lima, criado por sus abuelo maternos Facundo y Micaela, él siempre tenía historias fantásticas de sus abuelos, su crianza, la guerra con Chile, el trueque, la primera vez que vió una moneda y cómo llegó a Lima.

En casa siempre fuimos cuatro, papá, mamá, mi hermana y yo. Era una casa en balance siempre decía él, porque desde la barriga pensaron que mi hermana sería niño, nunca se le pudo ver el sexo, él siempre soñaba con llevar a un niño a su chacra, usualmente me llevaba a mí, pero me llevaba junto a su hermana, porque decía que las mujeres duermen con las mujeres. Dormíamos en la casa de sus padres que quedaba entre el mar y la chacra, con olor a brisa y guano, nos alumbraba un lamparin al parecer hasta que yo me dormía y se acostaba diciendo: ya nacerá ese cholito (por mí hermana), para traérmelo a la chacra, sin embargo, al amanecer yo terminaba embadurnada en lodo con el en medio de la acequia.

Cuando mi hermana nació, llegó la noticia de que había que modificar hasta el nombre porque no era niño, así que le pusieron el nombre de mi abuela, Adelita. Papá no cabía en su pellejo de la emoción, era para el un gran honor, pero ya que iba a hacer , su cholito, era cholita. Usualmente pasábamos las tardes con papá, nos dejaba jugar con su cabello cano y hacerle moños, pintarle las uñas, siempre de brillo, nunca de color y hacer con el un muñeco de spa, pasó por todas las transiciones electrónicas, escuchaba con nosotras el walkman, el discman, el MP3 y hasta aprendió a hacer vídeos con el móvil, le emocionaba ver cómo funcionaba cada aparato novedoso, se reía y decía: que cojudeces sacan ahora no?, A veces se sentaba en su mueble preferido a escuchar música con audífonos, cuando los hombres de su edad aún usaban el tocadiscos, en fin, él era así moderno y alucinante. Cuando hablábamos de mi hermana a solas, al parecer le había crecido otro sueño, su cholita tenía que ser abogada, porque a mí por más que me había regalado muchos elementos de abogados desde los 6 años, (gracias a eso era la única niña que iba al colegio con un portafolio y un maletín de cuero de abogado), pero siempre me inclinaba por carreras de la salud. Papá admiraba a los abogados, él decía que ellos estudiaban siempre y estudiaban mucho y a él le hubiese gustado saber tanto, sin embargo, mi padre era un ser muy sabio.

Pasaban los años y me vino la menstruación una tarde estando sólos, él fue a comprame unas toallas higiénicas y me preparó una infusión de orégano, porque decía que eso calentaba el vientre, siempre me pareció increíble su serenidad y sabiduría para todo. Todos los días durante la escuela me llevaba el desayuno al cuarto diciendo que yo sólo tenía que estudiar que para el desayuno estaba él, pero casi siempre terminábamos juntos preparando algo en la cocina porque yo tenía hambre todo el día y él me ponía sobrenombres por comer tanto, yo era una niña alta y delgada, con mucho apetito y él decía que yo era un barril sin fondo, un músico de fiesta, un peón de Chacra, etc. Siempre con ese humor ácido que lo caracterizaba.

Cuando fuimos creciendo efectivamente me incliné por una carrera de la salud, para papá yo iba a ser loquera, así le llamaba a los psicólogos, pero siempre se dejó hacer todos los test que yo necesitaba para mis prácticas, él siempre fue así entregado a todo, a él gustaba siempre experimentar y aprender. 

Con el tiempo, mi hermana decidió ser abogada por cuenta propia, mi padre dió un salto de felicidad y siempre era muy curioso de lo que mi hermana leía o estudiaba, miraba sus libros con emoción y le gustaba verla sentaba estudiar por horas hasta el amanecer, cuando se graduó papá lloró, el decía que sus dos hijas ya eran profesionales, ahora sí se iría feliz.

Recuerdo que mamá hizo una reunión familiar pequeña y mi novio en ese entonces preguntó: señor usted teniendo dos niñas , cómo les llama de cariño, mi padre nos miró y con esa complicidad y su mirada a medio reír: dijo ellas al nacer sólo sabían comer y cagar y aunque ahora lo sepan todo, siempre serán mis CAGONAS. 




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